Algodón que se va, que se va
Por Pablo Benetti (*)
Como dice la canción de Ramon Ayala, “Rumbo a la cosecha, cosechero yo seré. Y entre copos blancos mi esperanza cantaré. Con manos curtidas dejaré en el algodón mi corazón…. Algodón que se va, que se va, que se va, plata blanda, mojada de luna y sudor. Y un ranchito borracho de sueños y amor, quiero yo, quiero yo…”.
Siguen las buenas noticias para un sector de la población que odia el apoyo del Estado en general y en especial hoy hacia los pequeños y medianos productores, y siguen las malas noticias para los más pobres del campo argentino.
La gran mayoría de las organizaciones del sector agropecuario están mirando el martes 1 de julio, donde van a volver o no las retenciones a los valores anteriores –para la soja a 33%–, como que ese fuera el único tema para tratar y reclamar; dejando de lado y sin identificar el resto de las cuestiones que afectan a grandes sectores productivos de la Argentina.
Desde el 10 de diciembre de 2023, el Gobierno de Javier Milei ha dedicado todo su esfuerzo y utilizado todos los mecanismos a su alcance para derogar, eliminar y destruir instituciones, programas, leyes y fideicomisos que alentaban, fomentaban y acompañaban a las y los pequeños agricultores: el Instituto de Agricultura Familiar, el ProHuerta, la Ley Ovina, la Ley Caprina, el Programa de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar (Prodaf), y el INTA –que reconfiguran y achican–, entre otros.
Ahora, la semana pasada, eliminó la Ley de Fomento de la Producción Algodonera, norma que no sólo fomentaba la producción primaria sino que también apoyaba toda la cadena algodonera; brindando los fondos para la lucha contra el picudo algodonero, insecto que produce una gran merma de la producción, por nombrar algunas de las funciones de esta ley.
En Entre Ríos, en los últimos años, no se ha realizado una gran superficie del cultivo de algodón; no porque no sea un cultivo que dé rentabilidad al productor sino por la logística que implica su cosecha y carga, y las grandes distancias que hay que recorrer para llevar lo producido hasta la desmotadora más cercana –más de 700 km– esto multiplica por 2 o por 3 los costos para el productor. Pese a esto, entre 2006 y 2017 se fomentó el cultivo logrando instalar la siembra en surco estrecho y la cosecha mecánica con la cosechadora de arrastre Javiyú, diseñada por INTA Reconquista. En estos años se llegó a realizar más de 1000 hectáreas entre los pequeños productores del norte entrerriano, entre los departamentos La Paz y Feliciano, con un trabajo articulado desde las organizaciones de los productores (Aprocener), el Gobierno provincial e instituciones como el INTA y la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER.
Pero si nos remontamos a la década del ‘90 se realizaron cerca de 10.000 hectáreas entre el norte de Entre Ríos y el sur de Corrientes, logrando instalar en Feliciano una desmotadora, con la creación de cooperativas que nucleaban a los cientos de pequeños productores que realizaban el cultivo. Este cultivo para los pequeños productores era de gran ayuda, posible en pequeñas superficies –desde 1 a 10 hectáreas–, realizando la cosecha a mano y teniendo un ingreso extra a las múltiples actividades productivas que realizaban.
El algodón, en esa época, era gran demandante de mano de obra, ya que se realizaba la carpida del cultivo a mano y luego la cosecha con gente, dando trabajo a cientos de cosecheros de la zona.
La lucha por la ley de fomento del cultivo fue un proceso largo. Nucleó a varias asociaciones de productores, a las desmotadoras, hilanderías y textiles; que lograron con el apoyo de los gobiernos provinciales y la lucha de las organizaciones del sector y de las/os productores grandes y chicos en asamblea y marchas, la sanción de la ley. Ahora, por un decreto, el Gobierno de Milei deroga la ley dando por tierra todo el trabajo y la lucha realizados en tanto tiempo y dejando sin ninguna ayuda o fomento para este cultivo.
También hay que decir que en la provincia de Entre Ríos, en el último año, no llegó a los productores el fondo de esta ley; no sabemos si no se gestionaban o si llegaba y se destinaba para otra cuestión, o quizá se devolvió como en otros programas, que por inacción o incapacidad; la provincia ha devuelto fondos que estaban destinados pequeños productores.
Desde la Federación Nacional Campesina, venimos planteando la necesidad de la más amplia unidad para poder enfrentar y ponerle un freno al Gobierno de Milei y sus políticas destructivas; y lograr que se restituyan las medidas tomadas para que el Estado vuelva a asistir y acompañar los procesos productivos de los pequeños productores. Programas, instituciones y proyectos que vitalizaban la vida en la zona rural, que fomentaban la diversidad de los cultivos, que respetaban tradiciones y cultivos históricos; que brindan identidad y arraigo a las familias y las comunidades. Lo que está en juego es demasiado importante para no sumarnos a defender con compromiso logros históricos de las comunidades en la defensa de la vida misma en nuestra zona rural.
(*) Ingeniero agrónomo.
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